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No permitas que sus acciones impacten de forma negativa en el ambiente dejándolos sueltos y sin atención generando destrozos con los residuos y diseminando sus heces en el espacio público. Además te recordamos que la fauna silvestre no debe ser domesticada: el “mascotismo” es ilegal y esta penado por la ley.

El Día Nacional del Animal se remonta a 1908. Fue gracias a Clemente Onelli, director del zoológico porteño, e Ignacio Lucas Albarracín, vanguardista en derechos de los animales, que propusieron al presidente del Consejo Nacional de Educación crear la fiesta del animal. Ignacio Lucas Albarracín nació en Córdoba el 31 de julio de 1850. A pesar de ellos, el abogado, se radicaba en Buenos Aires. Durante más de cinco décadas fue el presidente de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales, que había sido creada por él mismo.

Fue un pionero en Argentina en la defensa por los derechos de los animales, algo poco común en ese contexto histórico. Su lucha por estos derechos fue tal que fue el principal impulsor de la primera ley de protección animal en Argentina, sancionada en 1891. Dedicó toda su vida a los animales y falleció  29 de abril de 1926.  La Ley 14.356 (Ley Nacional de Protección de Animales) impone sanciones por los maltratos y actos de crueldad hacia los animales, además de considerarlos víctimas. Por esto último, la ley fue un hito en el derecho latinoamericano y en el mundo.

Mascotas que no son mascotas

El mascotismo o la tenencia ilegal de animales silvestres como mascotas “de compañía” es una práctica prohibida en Argentina por la Ley 22421 de Conservación de la Fauna y por diversas normativas provinciales debido a los irreparables daños que genera en los animales, en el ecosistema y, potencialmente, en la salud pública.

Según las estimaciones de organizaciones proteccionistas, más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos son afectadas en Argentina por el tráfico de fauna y, de todas ellas, alrededor de 20 entran en una categoría de amenaza de extinción. Según los datos del Fondo Mundial para la Naturaleza, este negocio delictivo mueve entre “7000 y 23 000 millones de dólares al año en el mundo”, y deja el cruento saldo de nueve animales muertos de cada diez que se intentan vender a causa de las condiciones de transporte de las crías en baúles, cajas, zapatillas o incluso termos. En tanto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo sustentable señala que las estimaciones del volumen del negocio del tráfico ilegal de animales alcanza entre 15 y 20 000 millones de dólares estadounidenses al año.

“Desde el punto de vista ecológico, también es nefasto porque se reducen las poblaciones en los ambientes naturales y se pierde el rol ecológico de estas especies en el ambiente”, explicó Sebastián Di Martino, perteneciente a la Fundación Rewilding Argentina. El biólogo remarcó que, en muchos casos, se trata de “especies claves” que tienen roles ecológicos fundamentales en los ecosistemas donde vivían, y su extinción –por deforestación, avance inmobiliario o tráfico ilegal– supone que el ambiente “se degrade o incluso colapse”.

“Los animales nacieron para ser libres y nosotros tenemos que respetar eso. Reducir a un animal silvestre a cautiverio para beneplácito de uno es una actitud egoísta y una muestra de miseria humana”, concluyó el especialista.