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El 3 de julio de cada año se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, con el objetivo de reducir las bolsas de plástico de un solo uso y fomentar su consumo responsable por el daño que causan al ambiente.

El uso de los productos de plásticos ha generado cambios en la forma en que vivimos y ha revolucionado el mundo moderno, reemplazando en muchos casos materiales ya existentes como la madera, el vidrio y el metal. Desde que comenzó la producción masiva del plástico alrededor de la década del 50, su utilización e implementación se ha incrementado a una velocidad alarmante.

El éxito de este material tan versátil reside en un conjunto de características únicas, como la resistencia, la durabilidad, y el bajo costo para su producción. Pero una vez que es descartado, se convierte en un serio problema ambiental, debido a que el plástico aún implica un material tan nuevo en el planeta, que hasta el momento, prácticamente ningún organismo en el ambiente ha evolucionado para consumirlo fácilmente, por lo que es altamente resistente a la biodegradación.

Entre la diversidad de residuos que desechamos, las bolsas de plástico se han convertido en uno de los mayores residuos del mundo, ya que no se depositan adecuadamente y/o se tiran indiscriminadamente provocando el llenando de los vertederos, contaminando las ciudades y ecosistemas terrestres y acuáticos; una vez allí es difícil que se reciclen o se vuelvan a reutilizar, lo que plantea la siguiente pregunta.

¿Qué sucede con los restos plásticos cuando son desechados?

Una vez que los plásticos son descartados y como producto de una mala gestión de los residuos, estos alcanzan diversos ambientes, tanto terrestres como acuáticos. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente, por año se vierten a los océanos 11 millones de toneladas de plásticos de un solo uso, representando los plásticos aproximadamente un 85 % del total de los desechos en dichos ambientes.

Un producto de plástico de uso cotidiano, y en muchos casos de un solo uso, son las bolsas de plástico, en su mayoría conformadas por polietileno de alta densidad (PEAD) o baja densidad (PEBD) representado principalmente por bolsas descartables, es el tipo de plástico más abundante entre los residuos sólidos.

Este hecho no es sorprendente ya que en la actualidad más de la mitad de la producción de plásticos la conforman los embalajes y los destinados a un solo uso. A pesar de que actualmente existen normativas que prohíben a los comercios la entrega de bolsas de plástico, el PEBD sigue siendo uno de los principales problemas relacionados con la gestión de los residuos, debido a las grandes cantidades que se encuentran en el ambiente, especialmente en ecosistemas acuáticos de agua dulce cercanos a zonas urbanas e industriales.

Alternativas Sostenibles y Reutilizables

Ante el desafío que representan las bolsas de plástico para el medio ambiente, es esencial explorar y adoptar alternativas sostenibles. Estas opciones no solo ayudan a reducir la contaminación, sino que también fomentan un estilo de vida más consciente y respetuoso con el planeta.

Una de las alternativas más populares son las bolsas de tela. Reutilizables, duraderas y disponibles en una variedad de diseños, las bolsas de tela son una excelente opción para las compras diarias. Además, su uso reduce significativamente la dependencia de las bolsas de plástico de un solo uso.

Otra opción sostenible son las bolsas hechas de materiales biodegradables o compostables, como el almidón de maíz o el papel. Aunque su producción debe ser manejada cuidadosamente para evitar impactos ambientales negativos, estas bolsas ofrecen una solución más amigable con el medio ambiente en comparación con las bolsas de plástico convencionales.

Las cestas de mimbre o de otros materiales naturales también son una alternativa encantadora y ecológica. Estos productos no solo tienen una larga vida útil, sino que también apoyan las habilidades artesanales y las economías locales.

Finalmente, la mejor alternativa puede ser simplemente reducir. Considerar si realmente necesitamos una bolsa para nuestros artículos o si podemos llevarlos en nuestras manos o en una mochila, es un pequeño cambio de hábito que puede tener un gran impacto a largo plazo.